Las albóndigas de mamá y el Señor Rape
- ¡Arturo, a comer!- exclamó mamá mientras daba el punto de
sal al plato favorito de su pequeño, de 6 años: albóndigas de rape.
- ¡Mamá, eres la mejor cocinera del mundo!- dijo Arturo
mientras daba buena cuenta del suculento manjar.
Degustaba cada bolita con deleite mientras le preguntaba por
la procedencia de los ingredientes. -¿Con qué las haces? ¡Me encantaría cocinar
contigo!- dijo Arturo a su mamá.
- Si quieres, mañana nos acercamos al súper del barrio y te
muestro el ingrediente principal de este plato: el Señor Rape.
Y así lo hicieron, Al día siguiente Arturo y su mamá
acudieron al supermercado de confianza de la familia, pasaron por todas las
estanterías y secciones e hicieron la última parada en la pescadería.
Allí estaba el Señor Rape, de mirada fiera, gigantesca boca
y puntiagudos dientes. A Arturo no le hizo gracia alguna semejante bicho. Y no
podía creer que sus adoradas albóndigas se pudiesen cocinar con esa cosa tan
fea.
- ¡Pero mamá!- dijo Arturo asustado. ¡Ese pez me da mucho
miedo! ¡Si parece que me va a comer!- exclamó mientras sostenía un palo de
escoba a modo de espada y apuntaba al Señor Rape.
- Tranquilo cariño, no te dejes guiar por las apariencias.
El rape es un pescado lleno de proteínas, que son los ladrillos que tu cuerpo
utiliza para crecer, además de muchas vitaminas y minerales, para que puedas
funcionar como un reloj suizo y no te pongas malito- susurró mamá a Arturo con
voz tranquilizadora.
Mamá pidió que le envolviesen al Sr Rape, pagaron la cuenta
y se marcharon. Arturo iba temblando de miedo, mientras miraba la bolsa con
temor y sin acercarse demasiado, por si acaso el Sr Rape se escapaba de la
bolsa y le daba un mordisco en el culete.
Cuando llegaron a casa mamá animó a Arturo a que la ayudase
a preparar sus albóndigas favoritas y que le iba a demostrar que ese pescado
que tanto miedo le había dado era el ingrediente fundamental de la deliciosa
comida que aplaudía cada semana con gran alegría.
Y así lo hicieron. Arturo ayudó a mamá. Mientras ella iba
troceando todos los ingredientes, él los iba agregando en el orden establecido.
Cuando tocó el turno de trocear el temido pescado, Arturo no dejaba de
preguntarse cómo podría ser posible que ese "monstruo-pescado"
tuviese buen sabor... se preguntaba si mamá le estaría engañando. Pero no, no
había trampa posible, puesto que él estaba trabajando en el plato.
- Cariño, vamos a formar las bolitas. Humedécete las manos y
empieza a formar pelotitas de golf. ¡En media horita tenemos al Sr Rape sobre
la mesa!- anunció mamá.
Y así fue. Toda la familia se sentó a la mesa y empezó a
deleitarse con la exquisita comida que mamá y Arturo habían cocinado con mucho
cariño y dedicación.
- ¡Están deliciosas mamá! ¡Es increíble! ¡Me encanta el
rape!- pregonó a los cuatro vientos el ilusionado Arturo. Mientras sus padres y
su hermano Gabriel le daban un aplauso y le vitoreaban.
Y así, ilusionado y feliz, Arturo terminó todo su plato y
empezó a ver al rape con otros ojos y entendió que en muchas ocasiones las
apariencias nos engañan y que nada es lo que parece.
un cuento muy bonito y muy cierto, las apariencias engañan , un besazo
ResponderEliminarYo soy igulal, con la comida me dejo llevar por la apariencia y en la pescaderí hay peces que se me quitan las ganas de comerlos al verlos, pero hay que fijarse menos jeje
ResponderEliminarMe ha encantado. Las apariencias engañan en muchas de las comidas antes de prepararlas. Besitos.
ResponderEliminarUn cuento precioso con uno de mis pescados favoritos. Yo hoy mismo lo he hecho a la romana, muy fácil de comer también, y realmente delicioso!
ResponderEliminarSabías que hace años los volvían a tirar al mar?
Un abrazo!
Genial! Y que gran verdad sobre las apariencias!
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